Deseo sexual masculino del varón y Depresión | Autor Dr. José Manuel González Rodríguez

DESEO SEXUAL HIPOACTIVO EN EL VARÓN Y DEPRESIÓN

Dr. José Manuel González Rodríguez

Escuela Latinoamericana De Medicina Sexual

FUNDACELAC. Universidad De Carabobo

Diplomado En Medicina Sexual

Julio 2018

CONTENIDO

Este documento contiene las siguientes secciones:

1- Deseo sexual

2- Deseo sexual hipoactivo en el varón

3- Depresión

4- Deseo sexual hipoactivo en el varón y Depresión

5- Conclusiones y recomendaciones

6- Referencias

DESEO SEXUAL

El clásico diccionario sexual de Flores Colombino (1997, p.21) define apetito sexual como: “sinónimo de deseo sexual, primera fase del instinto sexual o fase apetitiva, en que, por estímulos psicofísicos y culturales, el ser humano se excita sexualmente, previo estadio de deseo sexual hacia el objeto elegido. En el animal, el apetito está genéticamente determinado en la hembra por el periodo de celo, lo cual a su vez, por mecanismos olfativos predominantes, despierta el apetito sexual del macho. El apetito animal es incoercible, ausente en la preñez y la lactancia. En el ser humano está omnipresente y es coercible, de acuerdo a los valores que sustente”. Más adelante define deseo sexual: “apetito o impulso producido por activación del sistema neural límbico o hipotalámico, por estímulos eróticos significativos, que mueven a buscar experiencias sexuales o mostrarse receptivo a ellas. Primera fase de la respuesta sexual humana” (Flores Colombino, 1997, p. 45).

Según Vitiello y Rodrígues (1997) para que el deseo sexual pueda surgir se requieren varias condiciones como integridad anatomicofisiológica, equilibrio psicosocial y situaciones con potencial erótico, usualmente descritas como un clima adecuado.

Desde el punto de vista biológico, las influencias sobre el deseo sexual son variadas. Por ejemplo, en el síndrome de Klinefelter, un trastorno cromosómico en que el hombre tiene un cromosoma X de mas, el deseo sexual es bastante bajo. Estos hombres tienen un mapa 47XXY, en vez del normal 46XY. Esta alteración cromosómica se refleja en un desarrollo atrofiado de los testículos que lleva a una baja producción de testosterona. Estos hombres muestran un bajo impulso sexual, que ellos consideran normal. Raras veces se masturban cuando son adolescentes o adultos. Tienen pocas fantasías sexuales y no se excitan viendo películas o leyendo libros eróticos. Sus relaciones sexuales son poco frecuentes. La terapia de reposición con testosterona hace que estos hombres aumenten sus deseos sexuales hasta el nivel normal, pero si se suspende la testosterona regresan a su vida sin impulsos sexuales (Masters, Johnson y Kolodny, 1996).

Según Kaplan (1985) el deseo sexual tiene un sustrato fisiológico, fundamentalmente en los circuitos y núcleos cerebrales en la parte más primitiva del cerebro, el sistema límbico. Si estos “permanecen inactivos, el individuo no experimenta interés sexual” (p. 369). Para el adecuado funcionamiento de estos circuitos sexuales del cerebro se necesita un nivel adecuado de testosterona y un equilibrio idóneo de los neurotransmisores serotonina, dopamina y de las catecolaminas.

Desde la perspectiva psicológica los factores más importantes que afectan el deseo sexual son la depresión, la ansiedad, el estrés y factores de la relación de pareja (Gindin, 1991).

LoPiccolo (1980, p. 36) afirma que ciertos individuos “sienten escaso deseo sexual porque: a) No han aprendido a percibir adecuadamente sus propios niveles de excitación sexual fisiológica. b) La percepción de la excitación, como sensación genital, está en ellos disminuida o mal clasificada. c) No aprendieron a facilitar la excitación en sí mismos. d) Usan un conjunto limitado de indicios para definir una situación como sexual. e) Manejan un conjunto limitado de indicios para definir su propia excitación sexual. f) Tienen expectativas limitadas en cuanto a su propia capacidad de excitación. g) Tampoco se perciben a sí mismos como muy sexuales”.

Masters, Johnson y Kolodny (1996) señalan que en las relaciones de pareja hay varios factores que pueden producir inhibición del deseo sexual. Entre otros, los condicionamientos negativos, las alteraciones del aspecto físico del cónyuge, las luchas de poder en la pareja, los trastornos de la comunicación, etc.

Alzate (1987) plantea que existen diferencias genéricas en el deseo sexual, es decir que por lo general los hombres manifiestan deseos sexuales más intensos y frecuentes que las mujeres, lo que se expresa con una mayor actividad sexual. Para este autor las diferencias genéricas se deben fundamentalmente al dimorfismo sexual cerebral y hormonal. En nuestra cultura caribe las investigaciones muestran sistemáticamente diferencias genéricas en el comportamiento sexual como las presentadas en la tabla 1, obtenidas por González (1995) con estudiantes universitarios de Barranquilla. Alzate (1987) señala también que el apetito sexual masculino parece ser cualitativamente diferente del femenino. Para este autor, el hombre por lo general busca un objeto sexual inespecífico para obtener placer sexual mientras que la mujer busca un objeto sexual especifico con el cual generalmente establece una relación afectiva. Esto lleva muchas veces a que el hombre finja afecto para obtener el coito y que la mujer efectúe el coito para expresar afecto o como recompensa por los sentimientos afectivos manifestados (reales o fingidos) por el hombre.

En la Escuela Latinoamericana de Medicina Sexual (Serrano, 2018), en donde se utiliza para propósitos académicos el modelo de Master y Johnson modificado con la propuesta de Kaplan, se define el deseo sexual como el inicio del ciclo de respuesta sexual humana.

Desde esta aproximación se concibe el deseo (o la cualidad) como la condición que permite activar, mantener o inhibir las actividades propias del sexo, mediante la acción de los inductores (internos o externos).

Entre los primeros se destacan las hormonas, los neurotransmisores, las estructuras neuromusculares, las fantasías, los recuerdos y los sueños. Entre los segundos son relevantes los estímulos visuales, auditivos, olfatorios, gustativos y táctiles.

Tabla 1. Diferencias genéricas en el comportamiento sexual

COMPORTAMIENTO HOMBRES MUJERES P

MASTURBACIÓN 79% 27% P<0,000

CUNILINTO 53% 28% P<0,000

FELACIÓN 49% 27& P<0,000

COITO VAGINAL 74% 22% P<0,000

COITO ANAL 24% 13% P<0,000

COITO CON ANIMALES 29% 1% P<0,000

DESEO SEXUAL HIPOACTIVO EN EL VARÓN

La grafica 1 muestra los criterios planteados por el DSM5 (American Psychiatric Association, 2014) que son los más utilizados en nuestro medio.

En términos generales, el deseo sexual hipoactivo en el varón se refiere a la reducción o ausencia de fantasías, o pensamientos sexuales (o eróticos), o del deseo de participar en actividades sexuales, durante un mínimo de 6 meses. Se requiere que esta situación genere malestar clínicamente significativo en el individuo y que no sea el producto de un trastorno mental no sexual, del consumo de sustancias /medicamentos, o de factores estresantes o de una alteración grave de la relación.

Grafica 1. Criterios del DSM5 (American Psychiatric Association, 2014)

DEPRESIÓN

La depresión se asocia a la hiperactividad del eje hipofisario-hipotalámico-adrenal (American Psychiatric Association, 2014). El eje hipofisario-hipotalámico-adrenal es un conjunto complejo influencias directas e interacciones retroalimentadas entre el hipotálamo, la glándula pituitaria, y las glándulas adrenales o suprarrenales. Las interacciones homeostáticas finas entre estos 3 órganos constituyen el eje hipofisario-hipotalámico-adrenal, una parte esencial del sistema neuroendocrino que controla las reacciones al estrés y regula varios procesos del organismo como la digestión, el sistema inmune, las emociones, el comportamiento sexual y el metabolismo energético. Este mecanismo y su conjunto de interacciones entre glándulas, hormonas y partes del cerebro son responsables del síndrome general de adaptación. La dopamina, la serotonina y la noradrenalina son especialmente importantes para el adecuado funcionamiento del eje hipofisario-hipotalámico-adrenal.

DESEO SEXUAL HIPOACTIVO EN EL VARÓN Y DEPRESIÓN

González (2001) hizo una exploración sobre el deseo sexual hipoactivo en el varón, con un grupo de sexólogos clínicos latinoamericanos, que mostró que las causas más comunes del bajo deseo sexual entre sus pacientes era de orden psicosocial. Las principales causas orgánicas señaladas por esos terapeutas sexuales en sus pacientes fueron:

18% Depresión.

18% Efectos secundarios de medicamentos.

18% Enfermedades crónicas y/o sistémicas.

9% Alto nivel de prolactina.

9% Bajo nivel de testosterona.

9% Alcoholismo y drogadicción.

9% Senilidad.

Estos sexólogos clínicos latinoamericanos reportaron las siguientes causas psicosociales entre sus pacientes:

26,9% Trastornos en la relación de la pareja (rutina en la vida íntima, conflictos de poder, hostilidad manifiesta o encubierta, matrimonios mantenidos por razones sociales, etc.).

19% Estrés (preocupaciones económicas, inestabilidad laboral, pérdida del empleo, etc.).

11.5% Otra relación de Pareja, infidelidad.

7,7% Culpa moral religiosa.

7.7% Acoso Sexual, abuso sexual infantil.

3,8% Condiciones ambientales inadecuadas

3,8% Interés por otras actividades, como los hijos y el trabajo.

3,8% Nuevo rol de la mujer.

3,8% Disminución de la atracción física de la pareja. Rechazo al aspecto de la Pareja.

3,8% Falta de una pareja estable con vínculo afectivo.

Es importante señalar que estas causas concuerdan en su mayoría con lo señalado por Kaplan (1982, 1985, 1988) y las encontradas por el autor en Barranquilla, Colombia (González y Lacera, 2001).

REFERENCIAS

American Psychiatric Association. (2014). Diagnostic And Statistical Manual Of Mental Disorders. 5 Edition. Washington: APA.

Flores Colombino, A. (1997). Diccionario de Sexología. Montevideo: Editorial Fin de Siglo.

González, J. M. (2001). Baixo desejo sexual masculino. En: Rodrigues, O. (Ed) Aprimorando a saúde sexual. Manual de técnicas de terapia sexual. Sao Pablo: Summus.

González, J. M. y Lacera, N. (2001). Terapia Sexual en el III milenio. Barranquilla: Editorial Antillas.

Kaplan, H. (1982). Trastornos del deseo sexual. Barcelona: Grijalbo.

Kaplan, H. (1985). Evaluación de los Trastornos Sexuales. Barcelona: Grijalbo.

Kaplan, H. (1988). Disfunciones Sexuales. Diagnóstico y tratamiento de las aversiones, fobias y angustia Sexual. Barcelona: Grijalbo.

Masters, W.; Johnson, V. & Kolodny, R. (1996). Eros. Los Mundos de la Sexualidad. Barcelona: Grijalbo.

Serrano, F. (2018). Diplomado de Medicina Sexual. Escuela Latinoamericana de Medicina Sexual. Universidad de Carabobo, Valencia, Venezuela.

Vittiello, N. Y Rodrígues, O. (1997). As Bases Anatomicas e Funcionasis do Exercicio de Sexualidad. San Paulo: Iglu Editora.

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